sábado, 26 de marzo de 2011

PASAPORTE COMUNITARIO


Como dos años antes me veía venir la debacle del 2001, decidí gestionar la ciudadanía europea.  Es decir, el camino inverso que hicieron mis antepasados.
    En aquel momento, Polonia no formaba parte de la Comunidad pero pronto lo sería.  Pedí a mi padre que reuniera todos los papeles de sus padres y dos semanas después me daba todo lo encontrado: libreta de matrimonio en Argentina, libreta electoral para extranjeros ley 232 del año 1927,una tarjeta de embarque de “THE ROYAL MAIL LINE” a nombre de mi abuelo, una agenda con direcciones de paisanos conocidos que ya habían emigrado a este país y una serie de papeles oficiales con el sello polaco. También había papeles de mi abuela, algunos en castellano, como el certificado de sanidad.  Supongo que  serían los requeridos por la Argentina.





  




    Apenas los vi quedé impresionada.  Estaban intactos y exudaban historia.  La mansión de la Avenida del Libertador donde funciona la Embajada contradecía la imagen que yo tenía de una nación emergente.  Dos o tres personas esperaban en la vereda lo mismo que yo: instrucciones para el trámite.  Al rato, un empleado nos pasó por entre las rejas un instructivo junto a una lista de gestores y traductores oficiales aceptados por la embajada, porque la documentación que se presentase debía estar en polaco.
    En casa leí los papeles. Allí estaba muy claro a quien considerarían digno de la ciudadanía, como para que nadie les hiciera perder el tiempo.
De la lista, elegí la traductora que me quedaba más cerca, y fijamos una cita.  Ella miró mis papeles con detenimiento y dijo que, como el pasaporte de mi abuelo ni la partida de nacimiento se encontraban entre ellos, debía recurrir a la Casa Polaca, calle Jorge Luis Borges 2076, Palermo, donde eran expertos en localizaciones.
    Allí me atendió un señor amable, el encargado de ellas.  Trepando por una escalera caracol arribamos a una fascinante bibliotecas de enciclopedias, atlas, y fotos antiguas.  Muchas fotos antiguas.
    Miró todos mis papeles.  Por un momento casi mágico quedó detenido en el menos importante: una foto de mi abuelo en uniforme.
    Sacó un mapa tras otro y al cabo de una hora de silencio me dio la información que necesitaba.  Zelman Lew, había nacido en Wysokie Litewskie, distrito de Brzesc, en 1903 y ya no formaba parte de Polonia sino de la república independiente de Belarús, a apenas diez kilómetros de la frontera.  
    Esto cambiaba las cosas.  La ciudadanía comunitaria se me escapaba de las manos.  Sin embargo, Polonia reconocía como nacionales a todos los que hubieran nacido dentro de los límites existentes hasta la segunda guerra.  Ahora tenía que pedir la dichosa partida de nacimiento en la Embajada de Belarús.  Le pregunté si le debía algo.  La información era gratuita, le pagaban para eso, pero le gustaría quedarse con la foto de mi abuelo para su colección.  Le prometí una fotocopia que nunca le alcancé. 
    A diez cuadras del Barrio Chino se encuentra la embajada de Belarús.  Una casa linda, pero modesta, la contracara de la polaca.  Me atendió una mujerota de rasgos eslavos, hablaba en un castellano enrevesado, me hizo esperar una hora en lo que sería el “living”, mientras veía pasar al personal de la embajada, no más de tres o cuatro despreocupados, menos parecidos a diplomáticos y mas a vagos acomodados .  
    Al fin alguien me anunció que, previo depósito de noventa pesos convertibles en dólares en un determinado banco y contra la presentación del respectivo comprobante, ellos se encargarían de gestionar en Belarús la documentación.  Y así lo hice. 


    Me pidieron tres meses de plazo.  Los tres meses se hicieron seis.  Cada vez que llamaba recibía la misma respuesta:  no había llegado nada.  Hasta que, por fin, me informan que tenían los papeles.
    Muy contenta fui a retirarlos.  Me atiende el mismo empleado que me entrega un papelucho dirigido a la Embajada Polaca donde dice que con referencia al certificado de nacimiento del Sr. LEW, Zelman, nacido el 15 de enero de 1903, hijo de LEW Berach y ROZENBAUMM Szena el “ARCHIVO NACIONAL HISTORICO DE BELARUS” no dispone de documentos que certifiquen su nacimiento.


 Lo miré sin poder creerlo.  Cómo habrá sido mi cara que tuvo que disculparse.  Después de “guera” no quedó nada, dijo.  Me controlé para no insultarlo.  Salí de ahí sin decir palabra.
    El golpe de gracia me lo dio la gestora cuando le mostré el resultado del trámite.  Sin partida de nacimiento no había ciudadanía.
    Quedé devastada, me di por vencida y decidí archivar todo prolijamente en una carpeta.  Pero todo esto me dejó algo.  El profundo interés en conocer y reconstruir la historia de los Lew.


1 comentario:

  1. Hola Silvia. Gracias por reconstruir nuestra historia y por escribirla tan bien para que podamos conocerla.
    Te quiero mucho.
    Besos y abrazos.

    Sara Lew
    http://microrelatosilustrados.blogspot.com/

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